lunes, noviembre 16, 2015

KyuHyun, eres un idiota [YeHyun]


N/A:
¿A pasado mucho tiempo, verdad?
Sentí nostalgia, obviamente no puedo abandonar este blog, menos a quienes han leído en el.
Este es un pequeño regalo. Se siente muy bien regresar. No abandonen el blog. Son quiénes aún me mantienen aquí. En cuánto a mis fanfic's pendientes, pronto les daré la sorpresa. Disfrútenlo.


KyuHyun, eres un idiota



Empeñado en destrozar por octava oportunidad su portátil, sus hábiles pero toscos dedos se desplazaban con ímpetu en el teclado, en pocos minutos comenzó a crear párrafos de extenuante contenido e impecable narración, sintiéndose satisfecho al culminar uno para empezar con otro; sabía que no podía detenerse, por lo menos no hasta que concluyera con lo que tenía en mente.
En menos de lo que esperó ya tenía en su haber treinta páginas con una considerable cantidad de palabras, pero aún le faltaban muchas más y no podía parar, no cuando la inspiración llegó a él de forma tan natural. Se sumergió de lleno en su apasionante trabajo. Aquello era lo que más le gustaba hacer, sin contar con los momentos de frustración, era maravilloso. Si algún día lograba su objetivo, sería escritor.
Para cuando sus parpados le pesaron dejó a un lado del escritorio sus lentes especiales, se reclinó en su silla, se permitió darse un breve descanso. Se estiró perezosamente sintiendo de inmediato los estragos de estar en la misma posición, por tanto tiempo, en su cuerpo, sobre todo en su espalda. Mantuvo la mirada fija al techo de su habitación por unos cuantos minutos suficientes para retornar al mundo real, una a la que dejó atrás una vez entró en trance. Frunció el ceño y de inmediato echó un vistazo por la ventana, juraría que no habría demorado más de unas cuantas horas escribiendo, sin embargo aquel cielo recién bañado por los primeros rayos de luz le decían lo contrario. Entonces cayó en cuenta de haber pasado un día entero redactando, pero si contaba las veces que visitó el baño sumado a sus asaltos a la nevera por algún bocadillo, no diría que estuvo todo un día.
No sabía lo perdido en el espacio-tiempo que se encontraba hasta que consultó el calendario más cercano y como si una cubeta de agua fría del ártico le cayera encima, se sobresaltó en su  asiento, cayendo de bruces sobre su trasero. Soltando un quejido por su torpe impulso. Al levantarse tomó el calendario y volvió a examinarlo como si anteriormente su visión le hubiera jugado una mala pasada, mientras se sobaba el trasero aún adolorido. Pero no, en el objeto se encontraba el día remarcado con un plumón rojo intenso, como si su antiguo yo temiera que en un futuro él mismo se olvidará de tal fecha. Si no mal recordaba ese día era hoy.

—Hoy…—Pronunció en voz alta, procurando captar el significado. Cerró los ojos recordando esa fecha tan especial. El pecho le dio un vuelco. — ¡No jodan, es hoy!

Entonces como si sus pies pisaran piedras calientes salió corriendo de la habitación. No recuerda la última vez que hizo limpieza, pero debió ser hace mucho. Se dirigió directo al baño, se dio una ducha rápida y un aseo pertinente. En ningún momento dejó de pensar en lo que sucedería ese día. Fueron seis meses. Unos muy largos y asfixiantes seis meses.
No se preocupó mucho por como traía el cabello, ni que sus mechones castaños por momentos le taparan la visión, después de todo le gustaba más ese estilo. Rebelde. Al encontrarse arreglado, salió del departamento. Entró en su auto convencional, no era uno moderno pero tampoco una reliquia, lo importante era que podía movilizarse. No era suyo pero lo usaba como si lo fuera, además lo manejaba casi siempre. Antes no daba ni un centavo por esa chatarra pero ahora no la veía tan mal el usarla, se acostumbró utilizarla. Sobre todo porque le traía recuerdos. Esa mañana, sintió especial el estar montado en la carcacha, por fin regresaría su dueño. El verdadero.
Entro en la carretera, y en unos minutos se hallaba en su centro de estudios, aunque tenía el presentimiento de no tener cabeza para concentrarse en ninguna materia. Haría el esfuerzo o pretendería hacerlo. Sus clases transcurrieron con normalidad, como un viernes normal, pero a él le pareció que las horas no daban tregua.
Y tal y como supuso, su cuerpo se encontraba en clases pero su mente ¡Orbitaba por Saturno! Tan solo faltaban cuatro horas. «Soporta cuatro horas más, KyuHyun solo cuatro» se animó a sí mismo.

El taxi se estacionó en frente del edificio, luego de darle el dinero correspondiente, desapareció de su vista entre un camino zigzagueante. Sin perder más tiempo, tomó su pesado equipaje y se encaminó en dirección al interior de la edificación. Saludó con cortesía a los trabajadores del lugar, quienes lo conocían y se asombraron por su regreso. Agradeció el que aún lo recordarán. Mientras más se aproximaba al ascensor más pensó en la posibilidad de haberse equivocado de lugar, todo se veía diferente. Sintió algo de nostalgia. Era de esperar que en seis meses hubiera cambios, pero aun así no podía dejar de sentir aquel sentimiento. Se preguntó si él también habría cambiado y si ese era el caso, ¿Cuánto lo habría hecho?
En cuanto el ascensor se detuvo en el piso indicado, salió de este con paso decidido, ya añoraba darse un descanso de su largo viaje. Llegó a la puerta 413 y con una copia de la llave, entró en el lugar. El lugar a primera vista se hallaba en total oscuridad, a pesar de tener un espléndido sol afuera, buscó el interruptor a ciegas y lo primero que vio casi lo espanta, su maleta cayó al suelo. En ese momento, no importándole si se dañaban sus cosas por el impacto.
Juraría que los huracanes no suelen pasear por el interior de las casas. Le dio una vista panorámica a el lugar y su peculiar estado, bolsas de basura arrinconadas listas para ser sacadas, ropa sucia y limpia mezclada, papeles escritos por todos lados, platos a medio lavar, libros acaparando hasta el mínimo espacio de todo aquello que tenga superficie plana y unos cojines en el suelo junto a una manta… «¿Habrá dormido en el suelo?» pensar en la posibilidad no le supo nada bien, si existía algo que lo disgustará más era saber que KyuHyun descuidara su salud. ¡Por todos los Santos! que ese no era un lugar para vivir.
Tomó su equipaje y lo dejó a faldas del sillón, cerrando la puerta luego. A pesar sentir extremo cansancio no iba a vivir tranquilo si dejaba todo como estaba, se remangó las mangas, no sin antes soltar un suspiro al cielo, volvió a echar una vista panorámica, le inquietaba no saber por dónde empezar. Esto le iba a demorar unas cuantas horas.
Cuanto por fin optó por la ropa sucia y limpia se puso en marcha, no sin antes dedicarle unas cuantas palabritas a su querido KyuHyun, ya hablaría con él sobre el cómo ha estado viviendo. En cuanto más limpiaba más se sorprendía a encontrar envolturas de comida chatarra en cada rincón de la sala, una que otras cosas que no entendía su uso, pero lo que fue la gota que derramó el vaso fue encontrar sobres de sopa instantánea, su ceño se mantuvo fruncido mientras se sorprendía al encontrar quince de ellos. Daba por hecho que hace mucho no probaba una comida decente.
Pasaron tres horas, luego de intensa limpieza hogareña y el lugar volvió a ser lo que era antes, en sus días de gloria. Además de eso, se encargó de ir de compras, recargar hasta reventar la alacena de alimentos saludables, durante su arduo trabajo encontró comida porquería, esa que KyuHyun adora, esta fue la primera en ser desechada, aunque sabía que el muy astuto tenía guardaba su propia ración personal, pero ya lo encontraría y se haría cargo. Abasteció el lugar de lo necesario, además se encargó de preparar comida, él no probo bocado, el cansancio era ya mucho. Luego se encargaría de ello. Llegó a lo que era su habitación, ocasionalmente ambos tienen habitaciones para cada uno. Hizo una mueca al recordar el chiquero que encontró en la habitación de su compañero, se cuestionó severamente si debió de haber estado loco para aceptar vivir con él; en el momento en que cruzó la puerta de su habitación, se dejó caer muerto en su cama, entonces recordó lo que había encontrado en el lugar. Podía decir que era el lugar que más decente estaba en comparación al resto del lugar. Una tonto sonrisa se avecinó en su rostro, pensar que él haya estado cuidando el lugar para su regreso, no hizo más que hacerlo feliz. Quizá no podía esta tan enojado con él.
Entonces también se percató de encontrar sus objetos personales allí, como su portátil y a ‘Fabricio’ el torpe pulpo rojo afelpado que es la obsesión de KyuHyun; si ‘Fabricio’ descansaba en la cabecera de su cama, solo significaba una cosa. Sonrió a más no poder. En oportunidades él durmió en su cama.
Se le enterneció el corazón.
Bien, no podía estar enojado con él.
—¡¿Qué rayos?! —El gritó prácticamente lo devolvió a esta vida. Se incorporó de golpe de la cama, miró instintivamente a sus lados, como si lo hubiera pillado haciendo algo indebido. Mas luego se asentó a su entorno. Esa voz que hace instantes lo sobresaltó, la conocía. Sus latidos aumentaron. Por fin.

Asomó la cabeza por la cocina, echo un vistazo de forma panorámica, todo estaba ordenado, no había nadie, sin embargo su ceño nunca dejó de estar fruncido. Algo no pintaba bien, si mal no recordaba dejó el lugar hecho una porquería, por ello le extraño tanto que todo estuviera bien. Primero pensó en la posibilidad de ser causa de un ladrón, pero desecho la idea, nadie que va robarte se toma la molestia de limpiar tu casa, luego pensó en SungMin, él tenía una copia de la llave del lugar, pero le prometió nunca usarla a no ser por casos de extrema urgencia. Cosa que no creía que estuviera pasando, a menos que él no lo supiera. Bueno, quién viera el lugar anteriormente sabría de inmediato que  KyuHyun necesitaba ayuda y urgente. También pensó en una tercera posibilidad, en JongWoon, sin embargo sabía de antemano que un viaje de Alemania a Corea del sur, demoraba más de ocho horas, contando con la diferencia horaria, no esperaba su regreso hasta entrada la noche. Por eso no sabía a quién atribuirle tal servicio. Finalmente optó por darle la duda a SungMin.
Se adentró en la cocina, y de inmediato percibió el aroma de comida. Verdadera comida, uno que no recordaba hace mucho. Las tripas le crujieron, con rapidez se acercó a la cacerola, se sirvió una buena ración, y con alegría degusto. No le importó soltar gemidos de alegría a cada bocado que daba. Dirigió una gran cucharada de guiso con trozos de carne a la boca, sin embargo esta no llegó a su destino. El cuerpo se le crispó, hasta los cabellos de la nuca se le erizaron. Esa risa, por el mismo infierno que la reconocería aún si fuera un susurro. De pronto se le acabó el apetito voraz que antes mostró. Se encontraba de espaldas a la entrada de la cocina por lo que no advirtió nada. No hizo movimiento algo, pero es que eso lo había tomado de sorpresa. Una vez su risa se atenuó, se perdió en el silencio del lugar, lo oyó acercarse, sus pasos eran firmes, decididos, en menos de lo que pensó lo tenía de frente, este tomó asiento al otro extremo de la mesa.
Había pensado en todas las cosas que haría y diría una vez lo volviera a tener de frente, cara a cara, pero ahora no recordaba nada de lo planeado. Había añorado tanto este momento, Fabricio lo sabía, él fue testigo de sus cientos de torpes y hasta cursis discursos en medio de la noche, pero ahora se sentía tan cohibido, aún más ante su profunda mirada ¿Sí estaba feliz? ¡Lleno de dicha! Pero ¿cómo expresarlo sin parecer retardado mental? Entonces como si supiera que KyuHyun no empezaría, dijo:
—¿Cómo has estado? —Pronunció, en tono calmado, pero a la vez maravillado, enamorado. Sí algo sabía JongWoon era que con KyuHyun se iba siempre despacio. Paso a paso, como volviendo a empezar. A pesar de morir de ganas por tocarlo, de robarle un beso apasionado, no lo hizo prefería primero una reacción suya ¿sí lo había extrañado? ¡Cómo no tiene idea!
Su pregunta lo sacó del trance en que se sumergió. Sus ojos se encontraron, pero dejaron de hacerlo cuando desvió la mirada a lo interesante que eran sus dedos bajo la mesa. Sabía que al mirarlo fijamente lo intimidaba, pero no podía dejar de hacerlo. No podía privarse de tal privilegio, ya no más. Lo examinó de pies a cabeza, sin perder ningún detalle nuevo que no hay visualizado antes, sabía que no debía de hacerlo tan descaradamente pero ¿Qué podía hacer cuándo lo que veía lo tenía tan embobado?
—Hm, bien —articuló, pensativo, ido. Fue música para sus oídos, su dulce y encantadora voz, era tan diferente en persona que por teléfono. Esto era lo que anhelaba. No podía permitir que la conversación terminará ahí, quería seguir escuchándolo, lo había extrañado tanto.
—KyuHyun, mírame —Le pidió, él obedeció de inmediato, en un principio le pareció que se arrepintió pues no conseguía mantener contacto directo, pero a los segundos su mirada no le peso tanto. Le agradeció, porque así pudo divisar mejor sus hermosos ojos avellana. Sus miradas no se apartaron de la del otro, espero que pudiera ver lo mucho que sentía por él, así como él lo veía en sus grandes ojos. Lo creyó necesario, algo que debía liberar por fin, entonces lo dijo, tan natural. — Te extrañé tanto… —entonces le pareció injusto el tiempo que estuvieron separados. Apartados el uno del otro. Tanto tiempo sin él. Era para volverse loco. No comprendía como aún seguía con vida.
Lo vio en sus ojos, estos temblaron pero nunca se apartaron. Sus labios se separaron, él suspiró. Y vocalizó.
—Yo también, no tienes idea cuánto. —Confesó, lo decía con sinceridad, lo veía en sus ojos, sus mejillas se tornaron rojizas.
Y eso le bastó para dejarse llevar por un intenso impulso. Se levantó de golpe, sorprendiendo al otro que no dejaba de observar sus movimientos, rodeó la mesa, quedado por fin a escasos centímetros de él, sonrió de medio lado. Su cara lo decía todo, no entendía nada pero se encontraba expectante de lo que hiciera. Por un momento dudó, pero luego le importó poco las consecuencias, tomó de su mano y tiró de él, no pudo más. No podía más. Se encontraba demorando sus labios. Todavía con sabor a guiso y papas, no le importó. Fue torpe, bastante bruto pero amoroso, en todo momento sin poder borrar su torpe sonrisa. Lo estrechó a su cuerpo, apretándolo más a su ser. Se había olvidado de todo, de su molestia por el desorden encontrado, el enterarse de su mala alimentación, del suertudo de Fabricio, de todo. Solo estaba su gran necesidad de él.
En seis meses, todos sus sentimientos se acumularon y hoy por fin podía liberarlos. Lo tomó de la nuca, al mismo tiempo que rodeaba su cintura, no quería que se librará de él, por lo menos no tan pronto. Y sin pensarlo, pero si deseándolo anteriormente, lo estampó a la pared más cercana.

—JongWoon, espera… ¡¿Me quieres matar?! —quiso protestar, pero no le dio tiempo a continuar su queja, de nueva cuenta capturó sus labios, los mordió, los saboreó. Y no tardó tiempo en ser correspondido, lo supo cuando sus brazos le sujetaron con fuerza del cuello, con la misma o mayor intensidad. Ahora era él quien era apretado contra su cuerpo. Sonrió enternecido, hasta en aquellos detalles KyuHyun no hacía más que enamorarlo más.

Se empujaron, besaron, tocaron, mordieron, hasta golpearon sin querer. Ambos se dejaron llevar por la emoción del reencuentro. Se volvieron torpes, pero la ansia de tener al otro lo más cerca posible era la prioridad en común. La necesidad de respirar quedó en segundo plano, pero cuando no pudieron más cesaron sus movimientos; quedando exhaustos por el excesivo derroche de energía. Sus respiraciones buscaban acompasarse, calmarse mutuamente, sus cuerpos ocupaban la totalidad de sus espacios vitales, sin darle oportunidad al vacío.
Mientras KyuHyun mantenía los ojos cerrados, él aprovechaba para depositar pequeños besos a todo el alrededor de su rostro. Agradecía el tenerlo así, porque podía oler su dulce y enloquecedor aroma. Todo su cuerpo vibraba de gloria, aún no tenía suficiente. Necesitaba de KyuHyun, mucho más. Presionó su erección contra la cadera contraria provocando un sobresalto de parte del menor. Su rostro lo decía todo.
Entrelazó sus dedos, apretando su agarre, sin más lo guio hasta la habitación del menor. No podía borrar la estúpida sonrisa que tenía en el rostro, sabía que KyuHyun se divertía con eso, pero no le importaba. Nadie podía detenerlo.

—¿Por qué aquí? —preguntó, queriendo parecer inocente.

En otras circunstancias hubiera claudicado, pero sus ganas no sé iban a permitir, ni de broma.

—Porque quiero que me recuerdes siempre. Incluso en sueños. —dijo, ello era lo que quería.

—Depravado. —quiso aparentar sorpresa, pero la risa que siguió después de ello no le ayudó.

—Solo contigo.

Dicho esto, cerró la puerta detrás de sí. Permaneciendo recargado en este, observando como KyuHyun veía con verdadero asombro lo impecable que quedó el lugar. Lo más probable es que no haya recordado que el piso de su habitación era caoba. Ya de eso hablarían después.

—Desnúdate. —demandó.

El mencionado le volvió a prestar atención, arqueando una ceja ante su demanda. Notó en su miraba miles de interrogantes, eso lo hizo reír.

—¿Cuándo te volviste tan dictador?

—Cuando vives solo por tanto tiempo te replanteas muchas cosas, pequeño. —Con el mismo tono de la primera vez, volvió a insistir. — Anda, hazlo.

KyuHyun volvió a reír, esto le parecía muy gracioso o fuera de lugar, pero para él no. Es más, la espera lo atormentaba. Y KyuHyun no ayudaba en mucho. Al ver que su posición no cambiaba con respecto al tema, el menor dio por sentado que no era broma. Con algo de pudor se fue despojando de sus prendas, dejando al descubierto su lechosa piel sin marca alguna que decore su bello cuerpo, un lienzo en blanco. El mayor, que hasta ese entonces no le quitaba la mirada a los movimientos que realizaba este, se acercó a él, como un lobo hambriento. Capturó sus labios empezando una nueva arremetida, al mismo tiempo que deslizaba sus manos por todo su cuerpo, deteniéndose en la parte baja de su espalda, delineando el comienzo de sus nalgas. Apretando estas en el proceso.
Todo su cansancio inicial de desvaneció, ahora solo tenía fuerzas para hacerle el amor.

Apoyó sus manos a ambos extremos de aquella cabellera castaña reposando estos en el colchón, no dejaba de mirarlo ni siquiera cuando lo penetraba; y es que era una vista maravillosa de la que no podía perderse. El calor que lo envolvía era indescriptible, KyuHyun lo recibía como si ambos estuvieran hechos a la medida del otro. Encajaba perfectamente, llenaba cada rincón de su caliente pasaje, era simplemente perfecto.
Sabía que nunca se cansaría de tenerlo así, a su merced.


Su rostro se mantuvo serio, con el ceño fruncido. Lo que veía no le gustaba para nada y eso se notaba a leguas. Y el aludido no entendía la razón de tal reacción, es más, lo veía como si se hubiera equivocado de persona. Le restó importancia y siguió en lo suyo.

—Haz perdido de peso. —pronunció, sombrío y molesto.

—¿Y eso qué? —lo retó.

Si buscaba problemas, pues KyuHyun se los daría gustoso. Lo miró retadoramente, tan solo buscaba provocarlo.

—¿Así has estado viviendo todo este tiempo? —volvió a recriminar.

—Ya te dije que puedo cuidarme solo. —trato de defenderse aunque sus argumentos no fueran acorde con los hechos.

Era cierto, durante los seis meses de ausencia de JongWoon, KyuHyun quedó prácticamente al abandono. Y debido a que no llevaba una adecuada alimentación, bajo algo de peso pero para él no era para tanto. Era JongWoon quién exageraba las cosas. Él estaba bien, se encontraba perfectamente bien, pero el mayor no quería verlo de ese modo.

—¿En medio de una pocilga? Bravo, se nota que sabes qué hacer.

—Mira, eso no te debe de importar.

—Lo hace, KyuHyun y mucho.

Quiso refutarlo pero no encontró argumento adecuado, sobre todo al ver preocupación en sus ojos. Quizá estaba exagerando, él se encontraba bien, pero ni eso le quitó el mal sabor en la boca al ver al mayor así. No quería que le afectará, así podría defenderse sin miramientos, pero así lo hizo.
Un efecto más de estar torpemente enamorado. KyuHyun lo único que deseaba era disfrutar de JongWoon, no estar discutiendo por cosas a las que no le ve sentido.
Hace unas horas amaneció. El amanecer los sorprendió a ambos profundamente dormidos, cansados por su agitada noche, a JongWoon con una enorme sonrisa y a KyuHyun con un dolor en la espalda baja. Al principio hubo reclamos por parte del menor pero transcurrido el tiempo y bajo el chorro de agua de la ducha todo volvió a ser perfecto. Esa mañana solo podían dirigirse miradas cómplices, sonrisas con algún significado oculto, palabras cariñosas y uno que otro roce tentador. Aún seguían en su burbuja feliz, hasta ese momento, en el que JongWoon tocó aquel tema y toda su mañana feliz se evaporó. Lo peor era que ni siquiera hablaron de otra cosa que no fuera precisamente la vida de KyuHyun estos meses atrás. KyuHyun moría por saber tantas cosas, como si los alemanes son realmente fríos como dicen, o si el clima allá es peor que en Corea, o si allá hizo compañeros (descubrir también si alguien le habrá coqueteado) o qué tal le fue el primer día estando allá o hasta a qué hora iba por el pan. Quería saber tanto, ser el primero en saberlo todo, pero a la vez no se atrevía. ¿Cómo sacar un nuevo tema si el anterior queda inconcluso? Por experiencia KyuHyun sabía que JongWoon no dejaba ningún tema por terminar. Frunció el ceño, con la mirada perdida, mientras apretaba un lado de su labio inferior con sus dientes.

—No hagas eso.

Rompió el silencio, su voz se notaba más calmada. Una oportunidad de mejorar las cosas, pero menos para KyuHyun.

—¿El qué? —preguntó, aún a la defensiva.

—Eso —señalo su boca, entonces supo que se refería al extraño gesto que inconsciente hacía. Una sonrisa juguetona se asomó en su rostro sin quitar su escrutinio mirada de su menor novio. — Me gusta.

Liberando su labio al darse cuenta que en verdad lo estaba haciendo, se cruzó de brazos dejando a un lado su cereal a medio comer. —Eres extraño.

—No quiero pelear, Kyu.

—Que bien que te des cuenta porque yo tampoco.

— ¿Podemos empezar de nuevo el día?

—Fuiste tú quien quiso discutir, no yo.

—Kyu, solo quiero disfrutar de ti.

—Pues ya ves, no eres el único que ha extrañado hasta los cojones. ¿Y por qué sonríes? No dije nada gracioso.

—Eres encantador, mi vida.

—No, tú te estás volviendo viejo.

—Puede ser. Ven aquí, vamos a desayunar. —Algo dubitativo KyuHyun miró con indecisión la invitación que le ofrecía JongWoon, no sabía que se traía este, tampoco confiaba en sus tetras pero finalmente se acercó a él, junto a la silla de al lado pero al momento de querer sentarse el mayor, con su pierna, derribo el asiento. — Oh no, ¿Ahora qué haremos? No hay asiento para ti.

— ¿Puedes dejar de ser tan infantil?

—No puedo permitir que mi niño este de pie.

—Deja de hablar como retardado.

—Oh, ¿Cómo no se me ocurrió antes?, siéntate aquí. —Palmó sus muslos, haciendo obvio  su pretensión. Más aun cuando tenía esa sonrisa retorcida en el rostro. Era peligro parpadeante, una advertencia para KyuHyun.

—Ni lo pienses.

—Kyu, prometo no hacer nada… que no quieras.

—Sabía que saldrías con este tipo de cosas. Me voy. —Dio la media vuelta pero antes de dar el primer paso, sintió su cuerpo ser atraído hacia atrás, sentándose a bruces en donde no quería. — ¡Ya dije que no haría esto! —Se quejó, tratando de zafarse ya que sus brazos los tenía alrededor de la cintura.

—No te muevas así, o no respondo. —Su voz sombría le susurró. Ocasionando escalofríos en todo su cuerpo.

KyuHyun detuvo sus movimientos, toda la sangre del cuerpo se le fue a la cara, cayendo en cuenta de haber estado meneando el trasero sobre la entrepierna de su novio todo el tiempo. — No lo hice con esa intención. —se defendió. Claramente inocente.

—Lo sé. —escuchó con tal claridad su sonrisa que creyó estar en un sueño, de esos que en tantas noches tuvo, recordando, reviviendo esos simples detalles como el sonido de una sonrisa suya. Más allá de lo pervertido que, por momentos, le parecía su novio sabía qué hacía aquello para mantenerlo cerca de su cuerpo. Porque lo extrañaba  tanto o inclusive más que él. —No sabía que mi novio roncaba, ¿Qué has estado haciendo? —Ello lo pillo por sorpresa.

—He estado muy ocupado. —Ahí murió su respuesta para resurgir otra que lo atormentaba y que no iba a vivir en paz sino la decía. — Hm, ¿Tuviste amigos allá? Es decir, compañeros de facultad, no lo sé, de ese estilo. —Su inicial sonrojo se mantuvo en sus mejillas, realizar aquella pregunta quizá pareciera normal pero para él era más que eso, era saber de su vida, averiguar, imaginar un lugar que no conocía, pero a la persona que amaba en ella, teniendo una vida diferente a la que tenía aquí.

—Me hice amigo de un chico llamado HyukJae, a pesar de ser torpe la mayoría del tiempo es agradable una vez lo conoces, y antes de que lo preguntes. No, KyuHyun. No me fije en ninguna alemana. Recuerda que ya tengo pareja, lo sabes. ­Me hace feliz que lo preguntes.

—Quiero saber que has estado haciendo. Nada más.

— ¿Sin contar que la mayoría del tiempo te he extrañado? Estudiar, lo sabes.

—Una especialización no dura un  año, son años JongWoon ¿Cómo harás?

—Cinco años iban a ser una tortura para mí, bebé. —Otra vez ese apodo, uno que no escuchaba hace tanto, eso le hacía saber que se encontraban en la misma sintonía, que seguían siendo los mismos pero con sentimientos más intensos. Cerró los ojos, los mimos, sus caricias todo ello logró adormecerlo. Podía vivir una eternidad sin respirar pero no podría si quiera vivir sin ese hombre, ya no.— Seguiré mis estudios aquí.

La relajación de su cuerpo desapareció, abrió los ojos a la par, y para no incomodar mucho giró el cuerpo lo suficiente para poder ver su rostro con incredulidad, quizá con inocencia. Tuvo miedo de preguntar, quizá escuchó mal y era una más de las jugarretas de su mente por ansiar esto con tantas ganas sin embargo no quería quedarse con la duda, con la voz temblorosa, quizá por tener atorado un sollozo, preguntó.— ¿En serio?

—Sí, no te lo pude decir ayer. Tan solo te vi y lo olvide. —Lo entendía, fue exactamente lo que pasó con él, unos cuantos intercambios de palabras y ya estaba besándolo. Apretó los labios, no quería arruinar el momento poniéndose a llorar por ello en vez de soltar lágrimas dejó escapar una sonrisa. En menos de lo que pensó bajó y volvió a sentarse en su regazo esta vez teniendo ambas piernas a sus costados, no lo vio venir, pero le llenó de tanta alegría sentir los brazos de su pequeño novio darle un fuerte abrazo, de esos brazos que por nada en este mundo podrían dejarte caer, así se sentían los abrazos de KyuHyun, cálidos, llenos de ternura, llenos de amor.

—Dijiste que no harías nada que yo no quiera —Sin percatarse este empezó a menear la cadera, creando más de una electrizante fricción entre sus cuerpos, sobre todo en ambas entrepiernas. — quiero una cosa.

—Cariño, lo que haces es muy peligroso.

—Quiero correr el riesgo. —Su sonrisa se amplió al ver los labios entreabrirse del mayor y expulsar un gemido ahogado ante nuevamente restregar tentadoramente su trasero en la entrepierna de este, y sentir algo endurecerse. Le encantaba provocar ese tipo de reacciones.

En solo segundos se fundieron en un apasionado beso, al principio algo tosco y desesperado pero sumado nuevos movimientos de caderas entre los dos, se tornó en uno intenso y necesitado. Solo bastaron unos roces tentadores más, para saber que no culminarían su placer en la comodidad de una cama. Poco a poco sus manos se vieron en el trabajo de despojar al contrario de cuanta ropa pudieran extraer, teniendo en mente la satisfacción que mientras más rápido desnudaban al otro, más cerca estaría el momento de sentirse profundamente.
JongWoon deshizo el beso, sin dar tiempo al menor de procesar los recientes sucesos, colocando sus manos alrededor de sus muslos, ayudándose de estos para levantarse con él a cuestas, siempre manteniendo cerca el calor de su cuerpo al suyo, finalmente sentarlo en la superficie plana más próxima. La isla. Sin dejar de quitarle la mirada encima, lo ayudó a deslizar sus pantalones por sus piernas, quitándole de una vez aquel estorbo al igual que el bóxer que portaba. Posicionó sus manos en las rodillas de este separándolas a su gusto, observando con un brillo de lujuria cada rincón de aquel espectáculo que sus piernas abiertas le daban, fijándose en su rostro y viendo el escandaloso sonrojo que lo atacaba.
Este como si hubiera sus intenciones se inclinó hacia atrás, plantando sus palmas en la mesa a cada extremo de su cuerpo, elevando un poco sus piernas, aún separadas, procurando dejar su trasero expuesto, libre, indefenso. Ofreciéndose, pidiéndole a gritos lo que su cuerpo no podía más aguantar.
Fue solo eso lo que bastó para ver la desesperación apoderarse de su novio. Torpemente logró bajar su propio pantalón hasta sus muslos, dejando a la vista la gruesa erección que tan imperiosa se vaticinaba en su mente. Gimió, ante tan excitante espectáculo, chorreando pre-semen de su punta enrojecida. Vaticinando su propia corrida.
Él se acercó, tomando con una mano, su grosor y guiando este su agujero arrugado, haciendo círculos alrededor, jugando con él. Duda de su propio aguante, pero no quería lastimar el tesoro en sus brazos. Tomó la botella de agua a un lado de ellos, la abrió y echó un poco en su palma, mojando luego la fruncida entrada metiendo dos dedos de golpe para estirar su piel con cuidado y a la vez ansiedad. Pues los pujidos que su compañero lanzaba no lo ayudaban a concentrarse mucho. Cada vez echaba más agua directamente de la botella, pero estaba fría y el cuerpo de KyuHyun caliente, mojando no solo la superficie ni el piso sino también su entrada. Unas cuantas más intromisiones y sintió que era suficiente. No bastó que dijera nada más, sus súplicas fueron escuchadas y solo supo agradecerlas gimiendo. Tan alto y sonoro como le fue posible. Lo penetró, cuando estuvo totalmente empalmado de él, se retiró, volviendo a adentrarse pero con tranquilidad aunque su rostro y resto de cuerpo dijesen lo contrario, y es que estar dentro el apretado pasaje era exquisito.
Entonces lo vio, aparte del destello de lujuria, había algo más que adornaba sus hermosos ojos oscuros. Su la devoción, el cariño, la ternura con la que siempre lo miraba expresada tan bien en solo un par de ojos.

Meses después
Luego de su arrebatadora mañana, tarde y noche, pues siguieron fornicando todo el santo día, transcurrieron unas semanas más y JongWoon por fin pudo transferirse a su antigua universidad, podía seguir con su especialización aunque el año siguiente, por lo que mientras KyuHyun corría desesperado por todo el departamento bañándose, cambiándose y desayunando todo en tiempo record, JongWoon hacía los quehaceres del hogar, fue por ello que en un poco tiempo la alimentación de KyuHyun mejoró, eso se podía notar en la redondez de sus mejillas, y que recuperó su peso normal, además que podía verse más energético. Y todo gracias a su regreso, sin duda su presencia mejoraba la vida de KyuHyun.

—¿Qué escribes?

—N-no es nada.

—… ¡¿Sexo?! Leí la palabra sexo, ¿Qué escribes, mocoso?

—¡No es nada! Oh,  ¿No hueles eso? La comida se está quemando, deberías ir a ver.

—Oh, claro que lo haré… cuando cocine. Cho KyuHyun, suelta esa laptop de inmediato.

—Es mi privacidad.

—Amor, desde que vives conmigo esa palabra no existe para ti. ¿Quieres privacidad? Privacidad cuando maúllas como gata en las noches, o gimes una octava cuando estoy.

—¡Suficiente! T-toma.

—¿A dónde vas?

—Con Sungmin, regreso para la cena, cuando se te pase.

No entendió eso último, ¿Que se le pase qué? Él no tenía nada, hasta donde sabía. Olvidando esos pensamientos, tomó asiento frente al escritorio, volviendo a abrir la laptop y pudiendo leer lo que su novio hace instantes estaba escribiendo. A medida que devoraba el texto se fue dando cuenta que aquel relato contenía a dos personajes, y había que ser idiota para no darse cuenta que eran ellos, KyuHyun y él. Su quijada casi se desencaja de su boca cuando se dio cuenta que era un relato sexual con diferentes acciones y posiciones, quizá era donde escribía sus deseos más ocultos, escritos en un texto cualquiera. Y sin quererlo se había excitado, necesitaba de su pequeño para deshacerse del gran problema entre sus piernas.

“Regreso para la cena, cuando se te pase”

Rápidamente se asomó en la ventana, mirando hacia la calle, encontrando su cabellera castaña dirigirse a una esquina de la vereda llamando un taxi, gritó su nombre, cualquiera hubiera pensado que estaba loco, porque… realmente lo estaba. Este al percatarse de quién lo llamaba subió al auto como alma que lleva el diablo, causando un dolor de cabeza y verga para el mayor. Sin embargo todo ello le hacía gracia, su novio huía de él, como si eso fuera posible. A donde fuese su escurridizo novio él lo encontraría Entonces más calmado, hizo memoria. ¿Dónde vivía SungMin?


2 comentarios:

  1. Oh pero si has regresado :') eres una de mis fanfickers desaparecidas más esperadas y volviste, sería genial que crearas una página de fb o algo, porque no sé moverme muy bien por blogspot jaja
    Respecto al OS, realmente fue muy completo. Dejaste una trama al aire, pero creo que fue bastante alusiva a un noviazgo a la distancia, hermoso pues. Y con sus toques sexuales, jaja genial!
    Estaré a la espera de más actualizaciones, saludines

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  2. Wowwow!!! No habia dado una vuelta por el blog porque crei que ya no volverias :( apoyo a la de arriba!! Por favor crea una pag en fb, tus historias son ajfbwkzbwjwkke :v buenísimas! pero luego tw perdemos la pista :c bueno, gracias por la actu, un beso!

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